liborio cantillo

CXXIX

Madrecita, que tristeza

que no estés aquí conmigo…

¡si supieras la falta que me haces

en esta etapa desastrosa de mi vida¡

cuando no encuentro

a quien contarle las angustias

ni las penas que me invaden,

y se quedan atrapadas

sin salida.

 

Madrecita, como extraño tu presencia…

En esta soledad en que me encuentro,

Cuando voy como un vivo

Que anda muerto,

Cuando todo lo que miro son despojos

De un ayer que brillaba como el cielo

Y hoy es solo soledad y desespero.

 

Cuando siempre llegaba ante tu casa

y feliz me recibíais con tus consejos,

dejando divagar el pensamiento

recordando como criasteis a tus hijos

trabajando con amor y con esmero.

 

No lo sé, madrecita… pero pienso

que quizás tu noble corazón,

prefirió de este mundo alzar el vuelo

cuando el sino brutal y despiadado

me dejo como un paria

vagando en estos suelos,

convirtiendo mi vida en un desierto.

 

 

Hoy evoco tu recuerdo, madrecita…

¡ y me duele tanto que no estés¡

pero sé que si estuvieras hoy conmigo,

te hubiera doblegado el sufrimiento

al saber que mi alma se perdía,

en los negros abismos del infierno

a buscar esos fantasmas, que acabaron

con mi vida en un momento.