RICARDO ALVAREZ

   EL ROSAL

 

               

 

Ya la noche ha dormido

con todos sus tesoros,

ni una sola gota derramó el llanto dichoso

cuando el retoño del rosal

clamaba un mínimo aguacero

sobre su cuerpo en copa de cristal.

 

Tropel salino reclamaban las raíces

y en un solo suspiro el cielo

comenzó a gorgotear.

La imploración de fe conquistó

la paz antes que la guerra.

Al aire palpitaban los ojos arqueados

por una luna azul de lontananza oriental

que tendía mantos de quimeras

y en un agosto de día invernal

a la columna del rosal

 le florecieron ambarinos pétalos

en las extensas dimensiones de sus brazos.

 

 

 

 

 

 

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