Humberto Barba

Una noche cualquiera II

De nuevo me sumerjo en los laberintos inesperados del sueño

En donde todo parece tan real, llegando prontamente a un estado casi cataléptico…

Me desprendo y veo mi cuerpo en la cama y decido recorrer el lugar

Salgo de la habitación y todo está oscuro, dejo de flotar y mis pies tocan el piso

Esta tibio aun, esta sensación es familiar pero aún no sé dónde estoy,

Hay una luz que se cuela desde otro espacio unos pasos más adelante

Decido ir hacia ella y poco a poco va apareciendo ante mis ojos una cocina

Me es familiar pero no logro ubicarla… doy dos o tres pasos más y entro en ella

Y descubro algo curioso e inexplicable: es una mezcla de todas aquellas en las que estuvimos

Son seis, si son seis cocinas en las que tuvimos oportunidad de estar,

Seis lugares diferentes y de cada una de ellas había algo en particular:

La ventana, la puerta, la estufa, el mesón, el horno y la nevera eran fragmentos de diferentes momentos

Que al unirlos me permitió sentir el transcurrir de todos estos años junto a ti…

Estaba como de costumbre algo desordenada, nunca te gusto esta parte de la vida

Las vajillas heredadas que poco se usaron compartían el espacio con la que finalmente compramos

Como tratando de unir el pasado con el presente; al mirarlas se fueron convirtiendo en una sola,

Los platos nuevos que eran blancos quedaron salpicados con los arabescos de los platos viejos,

Lo mismo sucede con el resto de las vajillas y al terminar no había nada nuevo,

Todo tenía el mismo patrón de arabescos al final de la danza de las vajillas

Los olores no tardaron en aparecer: primero suavemente para luego invadir todo el lugar

La cebolla finamente picada al contacto con el aceite caliente en el sartén, luego el tomate y el ajo

Seguramente ibas a preparar comida tailandesa, tu preferida; aparecieron otros aromas:

Jengibre, zanahoria, apio, cebolleta, calabacín… yo picaba, tu incorporabas en el wok

El aroma era cada vez más intenso… luego un fuerte olor a ajo nos recordó el baguette…

Abro el horno, ya estaba listo, dorado y crujiente simple pero delicioso.

Habrá tiempo para un vino? Tal vez si, el corcho sale lentamente

Al final un pequeño chasquido permite que su aroma se mezcle con el de la cena… todo esta listo

Nos miramos, el vestido largo que traes ceñido al cuerpo resalta tus carnes, me gusta tu grosor…

Siento que esta cena terminara irremediablemente en la cama, que sensación tan agradable…

De un momento a otro, doy la vuelta y ahí está el asesino, aquel que me roba todos estos placeres

El que sin sentir ningún tipo de  remordimiento taladra mi subconsciente con un ruido infernal,

El que decide que ya es hora de levantarme…

Abro los ojos de nuevo a la realidad de tu ausencia; despierto aun no dejo de pensar,

Hasta que entro a la ducha, el agua fría cae sobre mi cuerpo

El día a día reclama mi presencia en este mundo caótico triste y solitario…

Ha pasado una noche más sin ti.

 

Humberto Barba