Khudaniel

Papá

Los otoños nos llenaron la mirada

de rencores, de añoranzas maceradas

de victorias que se hicieron derrotas

de flechas que fallaron antes de ser disparadas

te encuentro hoy, entre las sombras del sueño

donde te hallo vivo, sólido y concreto

me dejaste tu voz para conjugar mi silencio

para acompañarme en la niebla que a ratos aun frecuento

tus palabras sabias y necias, tus simpáticos cuentos

tus hazañas y temores, cuan tristes y gratos recuerdos!

me dejaste una promesa, una canción y un descontento

una impronta en la nariz, unos ojos de humor incierto

a ratos lánguidos, a ratos tiernos, a veces mudos y tuertos

casi siempre oscuros pozos donde he sepultado mis sueños

el temor de caminar tus pasos, es una herida sin consuelo

una vacilante estrofa de ritmo cortante y violento

como un espasmo en la espalda del que se siente sin tiempo

de acortar más la distancia que me aleja somnoliento

de hallarte de pie y fulminante, al final de mi trayecto

de manos ásperas y risa de muchacho inquieto

de paso cansado, enérgico y coqueto

de triste figura que se corta contra el viento

como un quijote derrotado por los molinos de viento

como el reflejo demorado, parsimonioso y pasajero

de lo que soy yo, si acaso vivo si acaso muero

si acaso un día me vuelvo viejo.

 

 

Nunca quise decirte adiós

ni tan siquiera un hasta luego

mucho menos despedirte

ni ser uno más de tus despechos

no pedí ni tu consejo

ni tus loas, ni tus reproches tiernos

no pretendí ser parte tuya

ni una extensión de tus dedos

ni un reflejo ni un reverso

ni una ínfima porción de tantos desaciertos

pero soy tu propia esencia diseminada por el viento

soy una mayúscula parte de todo lo que contemplo

que te perteneció en vida, que pervive en el recuerdo

que con claridad perdida, ya no dice ni un te quiero

que comprende con tristeza y lleno de desconcierto

con la vista alzada y despojado de todo miedo

que soy lo que soy debido a tu incansable esfuerzo

a tus ganancias, a tus perdidas y tantos, tantos desvelos

a lo que dejaste grabado en mi frente y en mis sesos

a la lección aprendida nada más que de tu ejemplo

bueno o malo, aun siendo pobre o harapiento

fuiste mi padre, mi héroe, la cuna de mi talento

la razón de ser de mi presente, la columna y el cimiento

donde reposo cansado cada tanto que me hallo y no me encuentro

D. Erazo