A. Martinez

Martes.

Volviste para recomenzar,
inflamada tu piel
como de trigo ardiente,
labios despiertos anhelantes
dibujados de besos,
cuerpo de entrega suave,
cadencia de agua,
de río buscando el mar
sobre lecho de tierra brava,
fértil tierra que esperaba
la humedad de la conquista.

Fuimos fuego debajo
de un mantel de nubes,
encima de un lecho florido
donde germinaba la vida,
construyendo un presente,
un futuro cierto y acogedor
para los ritmos del amor,
en una melodía
sistólica y diastólica
de dos corazones desbocados
que en medio de la danza
se fundieron para no alejarse,
para ser uno en dos partes
armonizadas para vivir.

El amor cantando a gritos
su venganza de mañanas,
clara fe de porvenir y voces
anunciando la continuidad,
la marcha sin parar al horizonte,
manos con manos,
labios con labios,
cuerpo con cuerpo.

Todo espera en paz
ya muertas las dudas,
desterrada la distancia
vencida en el vuelo del deseo,
el amor completo y claro
diciéndonos la ruta al cielo,
al parnaso final de ese encuentro
para dormir enlazados,
finalmente liberados,
mente con mente juntas,
sexo con sexo alados.