Aldo Miranda

UNA HOJA BLANCA.

Hay una hoja en blanco, no sé qué es ni que será,

solo sé que los pensamientos se funden en mí.

Las letras saltan organizando su propio festín,

y el bolígrafo inerte se vuelve vida por un rato;

marcha y danza sobre el papel en blanco,

muere y resucita según mí voluntad,

se vuelve mensajero de otra realidad.

Otra realidad libre de prisiones,

salvo la de la verdadera realidad claro.

Acá Dios, no me toca y yo soy el mayor

asesino de la historia.

Acá, no hace falta refugiarse bajo un techo

que impida ver las estrellas.

Acá, el humo desaparece y lo asesinos

nunca son anónimos.