LA CEGUERA DE LOS CUERVOS

EL ARMA DE LA LOCURA.



Desde un tiempo ajeno,
he quedado borrado por el olvido
a un tiempo percudido por las tragedias
de sueños inmo-lados en pesadillas,

dónde aquí, desconozco el acento de mi sangre
embutido en ese rencor secreto en mi pecho,
sincerando cada menudencia latente en mis vísceras
vibrando el corazón a un adagio doliente...,

se está quedando la compañía amarrada a la soledad,
a un despertar perturbado en una mirada callada
de un bullicio demoledor en una boca ciega,
donde mis espasmos mentales sacuden la coherencia de la realidad...,

y los colores parecen trampas y anclas monocromáticas
que van tragando ese ánimo abismal en un umbral
apartado de todas las sombras apagadas en la noche
maquillando la luz oscura en una mancha sangrienta
en los ecos claustrofobicos que van encerrando mi voz
y en el reloj latente me voy midiendo a latidos del tiempo
cayendo en la objetividad de los muertos
en esa subjetividad de lágrimas arrugándose de papel
en la humedad del árbol talado por la lluvia metálica
que recorre el exilio de mi cuerpo a la vida y el alma,

las armas son parecidas,
tanto así
un puntiagudo decir
como un silencio cortante.