GuillermoO

DecepciĆ³n

 

Por los ojos escribo en la ciudad de los labios.

cuando se evocan los placeres,

y tu beso

como magnífico instante.

 

En la ciudad de los labios

yo amé tus brazos heridos,

y sólo, por tu estancia entre flores que derrochaban melancolías,

quedaba rezagado el pedido del hambriento.

 

Yo tenía necesidad de tanto.

 

Por eso guardé para tí

las cuatro lágrimas que derramé en la siesta,

el mantel de nácar con un árbol plantado por los duendes

cuya raíz ocupaba el mundo.

Yo tenía necesidad de tanto.

Y compré una casa a orillas de mi corazón invisible,

que no fue habitada

sino por la desesperación de nuestro fuego.

 

De momento comemos del plato de nuestra hambre,

y la caricia que fue cúspide,

ahora es la opaca sensación

de nuestro cansado amor.

 

G.C.

Direc. Nac. del Derecho de autor