Instantes vividos de nuestro ser
Olvidos ajenos inevitables
Segundos indecibles y fastuosos de nuestra esencia libre y soberbia
Ocultos como un tesoro antiguo
Enterrados, susurrados, amados y empozados en nuestra alma
Que sería de vosotros sin ellos
Sacados a conveniencia, bajo una sonrisa de mona lisa
Cada noche fría, cada día oscuro, cada cielo nublado
Como un consuelo a nuestros tristes pasos
Queriendo impregnarle ardor
Pretendiendo con ello espantar al heraldo de la muerte
Que nos susurra al oído sublimes tonadas de vida
Instantes vividos…Olvidos ajenos inevitables
Estáticos entre desenfados y deseos
Instantes alimentados con los años siempre discurridos
Con la nostalgia amarga de lo no permitido, de lo no vivido
Pero eternamente vigorosos
Infinitamente bellos
Instantes vividos…Olvidos ajenos inevitables
Pero nunca nuestros
Jamás nuestro propio olvido