María

Aires Rojos

 

Aterrizó en alma bullente como un río manso que sofocó temblores. Con su luz logra que vaya por más. Con su mirada refleja mi oscura sinceridad que se jacta de halagarlo. Pronuncia tibiezas que colonizan mi alma estricta. Y despeja los conductos más enjutos, esos que los laberintos pasados habían marchitado, escapando del hospedaje gris, como empujándome a una paleta colorada.