Victor Florez

El enfado se marchita.

El enfado se marchita

donde la presencia macabra

de tus ojos pérfidos

se envuelven en dulzura

y acongojan mi alma,

ya repleta de tristeza,

ya constante en los lamentos.

El enfado se reaviva

cuando el brillo maldito

de tu sonrisa magna

se entinta de oscuridad

y mancha mi ser,

ya angustiado y dolido,

ya perfectamente odiado

por mí mismo.