ANA MARIA DI BERT

A Juanito

A Juanito


La dulzura que desatas en mi alma,
es tan grande que no la puedo contener,
ni explicar con palabras Juanito.

Es mirarte y ver en ti la paz,
tu alegría, son mis ganas de vivir.

El quererte es más allá de lo posible,
con la pureza que brota,
como río de agua cristalina,
desde mi integridad madura,
y te doy mi ternura,
mi todo.

Eres una parte de mi ser,
pues mi sangre habita tus venas.

Te miro incrédula chiquito,
en cada cambio que en el año me regalas.

Tus ojitos son luceros de la noche,
que le guiñan a mi alma cosquillitas,
con esa boquita que me besa babosa
y con trenzados fonemas me llama: Abela na”..
¡Esa naricita!, un botón de rosa pícara,
que le pone el toque dulce
a tu imagen preciosa.

Tus bracitos son las tenazas que me estrujan
el apretón más tierno
que recibe mi corazón.

Y el pelo,
ese pelo que con el viento se despeina,
cuando corres vivaracho por la grava,
tras el \"Babau\" que te enloquece y te roza,
con su hocico húmedo de apego,
compartiendo tus \"caricias\" juguetonas,
y aguantando con paciencia los tirones.

¡Qué delicia es verte cuánto disfrutas del agua!
Y luego con tu cuerpito redondito, mojado,
entras corriendo a la casa,
con asombro miras tus pisadas resbalosas...

Te pregunto conteniendo la risa:
_¿Qué pasó Juani?
Me dices picaresco:
_¡Babau Abela! ¡Siii!
Elevas los brazos y agregas con tu gracia...
_¡Amo abela!
Te abrazo, me mojo toda, muero de amor
y río a carcajadas...


Tu abuela Ana