Juan Senda

LAS MUSAS Y LAS SIRENAS

LAS MUSAS Y LAS SIRENAS

  

Un canto de lindas musas,

el baile de las sirenas,

con zapatillas de nácar

y blancas piernas de arena.

 

 

Un fondo de semi sombras

con silencio y siluetas,

cirros blancos del abismo,

alfombras de las tinieblas.

 

 

Poeta del agua marina,

hermano de las estrellas,

que tiene plumas de salsa

para escribir sus leyendas,

y dormir en aguas vivas

y descansar en las muertas,

mientras las musas desnudas

tomando el sol en las peñas.

 

 

 

Mas cuando la mar se agita

ya dejan de ser morenas,

sus muslos ya son  brillantes,

sus pechos ya son dos perlas,

sus labios blandos corales,

sus ombligos son omegas,

y sus cabellos son de aguas

muy rizados en dos trenzas,

y cuando el poeta las oye

que vienen en las mareas,

ya ve que son sirenitas,

dulces, cándidas y bellas,

creadas por metamorfosis

dentro de profundas grietas,

por las aguas misteriosas

que existen y no se encuentran.

 

  

Y el poeta marino canta

lo dulce de las doncellas,

vírgenes inmaculadas

que vagan por las riberas,

y en pedregales de sombra,

y en las alfombras de hiedra,

y entre las radas dormidas

milenarias con sus piedras.

 

 

 

Y aquí se queda la musa,

la musa con su leyenda,

con dos arterias de sangre

que son las únicas venas,

que tienen las serenitas

que cantan en las mareas,

y cuando la mar se calma

ellas cantas tristes penas,

penas de los marineros,

y el llanto de los poetas,

y en las brisas de algodones

nos anuncian las galernas,

cual “cantar de los cantares”

cantares de mis sirenas.