liborio cantillo

XLIX

¡Las libélulas brillantes con su aletear ligero

En el espacio danzaban en compañía de luceros!

¡Un aroma de perfumes que llenaban el sendero

Llegaba en forma de céfiros que embalsamaban el cielo!

 

¡Una música celeste embargaba el pensamiento

Que en la noche silenciosa me extasiaba con su versos,

Yo caminaba entre nubes con la dueña de mis sueños

Mientras mi alma vagaba en los confines del tiempo!

 

…Que maravillas, que reinos,

En un trono de corales  la sílfide  estaba riendo,

Un ejército de centauros con mil venus de misterio

Hechizaban con sus cantos el inmenso firmamento.

 

La luna desde su trono elevaba en el silencio,

Sus hermosos resplandores combinados cual espectros,

Un susurro inusitado que salía de mis adentros

En mi pecho galopaba como un tropel de luceros.

 

Y tu, niña de mis ojos, con un hondo sentimiento

Preguntabas extasiada, mientras me dabas tus besos,

¿Quién ha podido crear estos bellos universos,

Que nos dejan alelados y nos cortan el aliento?

 

¿Quién ha creado estos orbes, estos jardines de  ensueño,

Esos mares, estos ríos, estos arcanos de cuento…

Quien es ese ser que del espacio es el dueño

O acaso estos edenes son figuras en el viento?

 

¿Por qué en este mundo infinito, no se escuchan los lamentos

Y el dolor es un fantasma que ahuyentan ninfas y duendes,

Es acaso este lugar el paraíso que ha tiempo

Yo forjaba en ilusiones y borre de mi recuerdo?

 

 

Yo te dije, reina mía, acariciando tu rostro

Mientras mis labios ansiosos recorrían los tuyos bellos,

¡Oh, estrella mía, aurora de mis tormentos

Que eres el faro que guía mi luz y mi entendimiento!

 

Tú eres la que forja con tu caminar ligero

Con tu canto de sirena estos valles y desiertos,

Yo lo inspire de tu alma, de tu candor, de tu aliento,

De tu radiante hermosura cree la luna y el cielo.

 

Yo me transporte a la gruta de ese tu ser interior,

y en tus adentros la ruta de mi inspiración busque,

yo navegue con mis versos y en tu forma idealice

estos mares que ahora vemos, estos lares del ayer.

 

Yo me fugue de las sombras para buscar un edén,

Y a poco de caminar en ti mi amor lo encontré,

Eras caudal de alegrías que vagabas al vaivén

Y al mirar tu hermoso rostro  con mi prosa lo cree.