Es su sombra, errante y leve,
que en mis sueños suele arder;
Con su aura que conmueve,
quiero arder y enloquecer.
Una esencia que acaricia,
voz que vibra al respirar,
y en la piel deja cenizas
de un deseo sin nombrar.
Anhelo ser su aventura,
perderme en su piel de miel;
Mas la ausencia, tan oscura,
nos separa cruel y fiel.
Mas si el pulso nos alcanza
y el azar quiere insistir,
que se rompa la distancia
y se atreva a decidir.
Que su lengua trace rutas
sobre el mapa de mi piel,
que sus manos me ejecuten
como un fuego dulce y fiel.
Y que el alma, piel adentro,
grite al fin lo que callé:
Que no hay calma ni hay refugio
cuando el cuerpo dice “ven”.
Yasuara Melgara