Viento_de_Levante

Padre me acuso

 

Casi siempre son las mismas sombras, los mismos lugares y,

a veces los mismos rostros.

Ni extraños ni conocidos, ni próximos ni distantes.

Suele ocurrir con el alba, cuando la oscuridad comienza a palidecer.

Hay demasiada gente y casas a punto de derrumbarse.

Están una sobre otra en una cuesta empinada. Todos huyen y yo

camino despacio porque una fuerza

extraña me impide avanzar.

Me siento a descansar, en un banco de madera,

al lado mismo del abismo.

Sé que no estoy allí, que es otra historia, otro mundo.

Un crucigrama que no encaja, pero que necesito resolver.

De momento, me incorporo alterado, nadie hay a mi alrededor.

Otra vez la soledad y la quimera.

 

Y me muerde la rabia de no haberlo intentado.

 

Padre, me acuso de lo que pudo haber sido pero no fue.

De no asomarme al exterior.

De la quietud que lastra mis piernas.

De ser inquilino de un horizonte en sesión continua.

De mirar, sólo lo que me rodea.

De ser fiel.

De no creer en usted.

De vivir frustrado.

De no lanzarme a remontar el vuelo.

 

De haber escrito este poema.

 

 

 

                         Viento de Levante