ALVARO J. MARQUEZ

SIN LUCES... SIN CÁMARA... SIN ACCIÓN

\"Dios metió al amor en la lista/ de una historia triste sin perdón,/ porque le encantaron los protagonistas/ pero no le gustó el guión\".

 

Luces, cámara... ¡acción! Nos gritaban,
y parecía que en el momento nos daban
una orden por hipnosis para amarnos.
Éramos dos actores ya consumados
y ambos lo suficientemente preparados,
por lo cual no necesitábamos entrenarnos.

Escena 1. Había que ser muy sinceros
y los dos ser pues así, los primeros
en decirnos todos nuestros temores.
Reconocer que no éramos perfectos,
aceptarnos con virtudes y defectos
y saber reconocer nuestros valores.

Pero la bendita escena no nos salía...
y en nuestras palabras ya no había
ese ingrediente que llamamos realismo.
El director nos mandaba a repetir,
teníamos que mirarnos y sonreír,
pero ya nada parecía ser lo mismo.

Escena 2. Nos tocaba darnos un abrazo,
se veía tan fácil que diéramos ese paso
y sin embargo tampoco lo logramos.
Era un abrazo como amantes sentidos,
pero como dos perfectos desconocidos
fue que entonces nos abrazamos.

Nuevamente el director muy enojado,
nos pidió que pusiéramos más cuidado
y que pareciéramos felices, no molestos.
Pero allí donde debió haber belleza,
fue tan sólo indiferencia, mucha tristeza
lo único que expresaron nuestros gestos.

Escena 3. El momento de un gran beso,
al menos el director nos pidió justo eso,
que nuestras bocas se unieran infinitamente.
Una vez más, debimos vernos como antes,
como unos fogosos y apasionados amantes
y nos besamos como dos amigos solamente.

Otra vez el feroz reclamo del director,
porque no se veía entre nosotros el amor
que teníamos que transmitir en cada escena.
Fue entonces cuando por fin le respondimos,
“señor, somos actores y para eso vinimos,
es precisamente la actuación la que nos llena”.

Nos miró y nos dijo: “Es verdad, lo admito,
en ambos es incalculable, realmente infinito
el potencial para actuar, es extraordinario,
pero es muy bueno que vayamos aclarando
que ustedes dos ahora no están actuando,
ustedes actuaron antes de subir al escenario”.

“Por eso todas las escenas las pueden repetir
y de ninguna manera van a poder transmitir
aquello que en sus corazones ya no sienten
y ustedes que actores con orgullo se llaman,
pueden besarse, abrazarse, gritar que se aman,
pero el público que los vea sabrá que mienten”.

Escena 4, la escena final, la de bajar el telón,
la de dejar escuchar cómo late el corazón
al decir sólo “te amo” con gran sentimiento.
A los dos entonces nos invadió una gran pena,
cuando un silencio imprudente copó la escena
y nos miramos... y olvidamos el parlamento.

  

Poema original de Álvaro Márquez
Nacido en Caracas, Venezuela
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Publicado el 3/7/2015
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