El Quijote Delirante

LEJOS

LEJOS

Lejos de mares y montañas,

lejos de las cálidas brisas frescas,

pero rodeado de árboles y estructuras,

encerrado entre columnas y paredes.

La música se adentra en mi sentir,

mi alma me empuja a escribir,

mi imaginación emprende su viaje,

aunque sin alas vuelo lejos como un ave.

Sin dejar de dar un vuelo rasante a los recuerdos,

evitando tropezar con aquellos muros oscuros,

tan oscuros como sentirse en el vacío.

Haciendo mis viajes tan lejanos,

diviso a lo lejos sonrisas que destellan,

de inocencias incorruptas

que a los niños y animales se asemejan.

Me detengo y me pozo entre ramas de árboles,

mientras descanso, siento la brisa que me llama y espera,

recordándome que debo retornar,

para enfrentarme nuevamente a la realidad.

Sabiendo que debo retornar a casa,

atravieso cortinas de recuerdos hechos cenizas,

dejando escapar algunas lágrimas de nostalgia

y hacen mi vuelo más lento al cargarme de sentimientos.

Estando ya cerca de la realidad,

siento brisas frías, sin destellos de alegrías,

sin cálidas y cándidas sonrisas,

sin aquellas inocencias hechas ya cenizas.

Posado y abrazado a mi teclado,

despierto nuevamente en busca de algo trascendente,

que no parezca extraño e incoherente

y evitando parecerme al resto de la gente.

Ahora viéndome al espejo,

observo el rostro de aquel niño haciéndose más viejo,

fingiendo sonrisas que a su paso se hacen cenizas

y atravieso mi mirada hallando mi alma con heridas.

EL QUIJOTE DELIRANTE