CARLOS ALBERTO BADARACCO

PERDIDO

 

¡Ay! que duro es morir y estar vacío,

amar sin ser amado,  sufrir sin ser sufrido,

sentír como sintió Wilde la misma muerte

y ser besado como lo han besado en su propia tumba.

¡Ay! que sin fin me espera en el desierto

donde el sol ya no existe y sí la noche.

El frío que congela la propia sangre

estando a ciegas por los espacios de lo prohibido.

Angustias de un suplicio que no me cabe

y se ufana de haber deshecho un alma pura.

¡Ay!, me duele el pecho, estoy sin gloria,

convicto de haber vivido en el pecado.

 

CARLOS A. BADARACCO

10/6/12

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