Alek Hine

¿A QUIÉN... A QUIÉN AHORA?

 

(versos heptasílabos)  

 

¿A quién le hablo ahora?

Si digo \"¿Cómo estás?\",

obtengo por respuesta

del lóbrego silencio,

silencio y más silencio;

y es que este, bien sabemos,

no tiene propia voz

para resaludarnos,

tampoco las palabras

para entablar un diálogo,

ni se hace de argumentos

para contradecirnos

—lo bueno es que tampoco

debemos refutarlo,

lo cual ahorra fuerzas

y tiempo a nuestras vidas.  

 

Yo puedo bien tu nombre

a solas pronunciar,

¿pero eso de qué vale

si tú no estás aquí

para poder oírlo?,

no estás para escucharme.

También pudiera enviarte

un \"¡Hola!\" por e-mail,

mas ¿cómo puedo hacerlo?

Parece haber un muro

construido de arrogancia

afuera de mis lindes,

allende mis fronteras

(\"más vale morir solo

que mal acompañado\",

le digo de tal modo

que sirva de consuelo

a mi alma contrariada).  

 

¿A quién le hablo ahora?

—al menos por ahora—.

Ya sé que existen otras;

pero es que yo no puedo

ni debo de llamarlas

por tu preciso nombre

como si fueran tú

—correcto no sería,

tampoco nada justo,

y suelo equivocarme,

quizá más de la cuenta;

ahora no podría,

¡ahora no, por Dios!

 

Ya sé que no eres única,

pues diario nacen hembras

y sobran las mujeres,

y sé que somos muchos

y nunca estamos solos;

mas siento en estas horas

de ausencia lacerante,

que soy el ser más solo

de toda nuestra Tierra,

de todos los planetas

con todos sus satélites,

de todas las estrellas,

de todas las centenas

de miles de millones

de grávidas galaxias,

de todos los eones

y todos los espacios,

¡el ser más solitario

que habita el Universo,

el Cosmos desolado!

¡Ah!, ¡cuánto significas!

¡Y cómo me haces falta!  

 

¿A quién abrazo ahora?,

al menos por ahora.

¿A quién le doy mis besos

si ahora no me saben

los labios y las lenguas

de tanta y tanta boca?

De cópula ni hablar,

sería solamente

el acto de un robot

pegado a otra máquina

con pecho palpitante

y hálito febril;

un vínculo inconexo,

extraño, sin sentido.  

 

Mujer de carne y hueso,

te hiciste vano humo,

desecho de cigarro,

ingrávida voluta

que se esfumó en el aire;

se dispersó tu forma,

flotaste en el vacío

y te absorbió la nada.  

 

¿A quién... a quién ahora?