kavanarudén

Uno más del montón

 

 

 

 

Se escuchaba lentamente la melodía de un tango.

 

Él en el escenario comienza a bailarlo con ella, Francesca.

Los dos encarnan dos personajes que se entrecruzan. Dos monólogos paralelos que solo al final se encuentran.

 

Dentro sentía que la emoción explotaba toda entera. Un escalofrío le corrió por toda la espina dorsal. Respiró profundamente y se dejo fluir.

 

El público estaba atento. Se había creado en el ambiente esa sinergía que solo puede crearse entre actor y público, con la sola presencia del histrión en el escenario. Eterna y antigua magia que se repite a lo largo de los siglos. Melpómene, la melodiosa, hija de Zeus y Mnemósine, se presenta en la inspiración de los actores.

 

Se abandonó y dejó que Miguel, su personaje, tomara posesión de su cuerpo y contara su historia. Su cruel historia.

 

En tiempos de la dictadura Argentina, su madre y su padre habían sido encarcelados y torturados. Nace en la cárcel. El verdugo de su madre, el que la torturaba, el que la ha asesinado tirándola viva de un avión en vuelo, lo había adoptado como hijo suyo.

Descubre toda la verdad ya grande gracias a su abuela materna que lo buscaba.

Se habían trasferido en Italia después de la caída de la dictadura.

En un viaje en Argentina se topa con su abuela y descubre, poco a poco los detalles de una historia desgarradora.

 

Comienza él su monólogo, después de haber dejado al otro lado del escenario a Carla: avete mai ballato il tango?, avete mai provato?….” (¿han bailado alguna vez el tango?, ¿han intentado bailarlo?….)

 

Dos historias se desarrollan en paralelo. Los presentes solo se dan cuenta de toda la verdad hacia el final del espectáculo. Piensan al inicio que Carla y Miguel son amantes, después que él es su verdugo…..al final descubren que son madre e hijo.

 

Emociones fuertes, risas, llanto, dolor expresado a través de las lágrimas. Una verdad se desgrana como un rosario a través de dos vidas paralelas. Una verdad que debe ser gritada a los cuatro vientos, aunque no nos guste. Olvidar tanto dolor, tanta muerte, tanta injusticia de un régimen dictatorial y sanguinario es repetir lo mismos errores, en versión ampliada y mejorada.

 

Mientras actúa piensa en su patria. En la situación política de la misma.

Todos los países latinoamericanos han vivido en su historia esta atroz realidad. Lo más cruel es que aún hoy se vive, producto del olvido del pasado. Dictadores disfrazados de democráticos o socialistas que desgarran al pueblo, que se alimentan de su sangre. Desaparecidos, violaciones, injusticias, carestía, violación de los derechos humanos. Técnicas refinadas de tortura, de dolor, para hacerte escupir la verdad. Piensa en sus hermanos, en sus padres, en sus sobrinos, en su bravo pueblo, dominado, destruido.

 

Toda su rabia, desconcierto y dolor la concentra en el personaje, logrando llegar así hasta el público, su amado público. Que descubrió, como casi todas las cosas de su vida, demasiado tarde.

 

Al final del espectáculo no puede contener sus lágrimas. Abraza fuertemente a Francesca y casi se desploma de la emoción. Este hubiera sido su mundo si otra hubiera sido su historia, por eso goza de la más mínima emoción que le produce este hecho.

 

Terminado lo espectáculo regresa a casa, regresa al anonimato.

Nadie sabe de esta su vena artística y menos de su pluma.

Uno más del montón. Una más…..