Mane Castro Videla

Palabra de honor

Había soñado tanto este momento
de sentir este amor, sin límites,
de nuestras almas estremeciéndose
y las miradas abrazadas
desde la luminosidad oscura y trágica de la muerte,
del clarooscuro de no decirnos
inimaginables cientos de sentidas muertes
La frescura del viento nos sorprende enredándonos
en el recuerdo y en las palabras de amor
de la necesidad de protección e independencia
y de esa pasión de claridad y contundencia
Amor y muerte, errores y venenos
y esa historia dolorosa de dos caras
de la misma moneda ensangretada, confundida
y sin sentido ni razón de desolación
en largas noches de coraje, sudor, miedo y terror
liberándonos en cada sepulcral suspiro,
el sabor digno y silencioso, repúblicano
y esa llama interior sosteniendo
la hidalguía de la lágrima abanderada insustituible
contra la corriente dominante
Esa manera de ser, del decir y hacer lo que se piensa
esa rebelión, loca, rigurosa, disciplinada, formándome
de calarme la piel y los huesos, peligrosa, lenta
tranformándome el corazón y la mente,
Y, esa cuna, escudo y blasón,
ese arte recobrando sentido de ser
de privilegio de amor, de despertar
Sin permisos, llegaste a mí
para quedarte en esa ilusión
ese temple de la juventud eterna
tan solo con el sonido de tu voz
Sin pecado ni fraude, ni cadenas, soy.
Soy, hija, mujer y madre
Soy, verbo conjugando
más allá de la condena y el rechazo
Soy, sobreviviente peregrina
del dolor y del amor
de los muertos nuestros.
Soy, soldado universal
pura sangre de la libertad
y de la gran búsqueda
de un mundo de respeto
y de los derechos humanos, sin fronteras
Mi espítitu universal se crispa
ante la pluma de letras selladas vacías
Soy al mirarte
la patria, la que nos desgarramos de placer,
la de todos y la que no es de nadie
la del ahora y del ayer
la que siente el palpitar de la vida
la que ama y nunca jamás, olvida,
te doy mi palabra de honor

 

Mané Castro Videla