Todos tenemos la herida
 que nos escuece en el alma,
y robándonos la calma
reaparece en nuestra vida.
 Se raciona la alegría, 
 pero ¡cuantos sinsabores!
 pueden darte los amores
 cuando la emoción se enfría.
 Un solo olor, un retrato
 precipita una tormenta,
 se torna amarga la menta 
 y lloramos un buen rato.
 Y dejé a mis penas solas,
 las tiré todas al mar
 para en la orilla apreciar
 que volvieron con las olas.