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LA HISTORIA DEL VIEJO RAMONES Y SU PERRO PLUCHIN
Ramones y Pluchin vivían en los suburbios de la ciudad, como entes que la sociedad desecha y miran cual si fueran lacras, bajo un toldito de cartón que hacia las veces de paredes y techo se abrigaban con una manta ajada y unas tiras de periódico en noche frías y lluviosas. Vivían solos y se alimentaban gracias a las sobras que recogían por las calles de los cestos de basura o arrojadas por la calle, luego de correrías diarias citadinas. Pero como siempre a su lado su inseparable amigo Pluchin.
Ramones siempre contaba la historia de como encontró a Pluchin siendo todavía un cachorro, a penas dos meses, pero por esas cosas de la vida y del destino en una caja abandonada estaba el animalito que aullaba de frío y hambre, el buscaba comida pero al ver esa indefensa criatura de Dios se apiadó del noble animal y lo tomó como suyo. Recordaba los malos ratos que le hacia pasar con las vecinas más ancianas del sector: que porque el chandoso se meaba en todo lado, se caga en los frentes de las casas, y toda esa perorata de no acabar. O cuando muchas veces debido a su descuido los motociclistas o conductores de automóviles lo atropellaron y el tenía que bajar la cabeza porque para el agresor el culpable era él y el estúpido animal, según las palabras de ellos, lo menos que decían.
Todos los días a las 8 am en punto hacían el mismo recorrido por el sector de la Candelaria, ZONA CENTRO DE LA CIUDAD DE BOGOTA, desde la Carrera 1a. con Calle 11 hasta la Carrera 10a. y luego a las 6pm de regreso a su sencilla morada. Pero como siempre Ramones deteniéndose en su trayecto para ir recogiendo lo que más les servia, mientras su agotado amigo se adelantaba meaba por aquí o por allá, latía al Latoso, gruñia a los motocilistas y a los ciclistas, correteaba a las palomas o simplemente correteaba libre porque al final eso eran. Ramones mientras recordaba que por esas cosas de la vida el licor, las mujeres y la droga, perdió lo que en su vida era lo más importante el amor de su familia; los placeres terrenos lo apartaron de sus hijos que crecieron creyendo que su padre había muerto y una mujer que apenas supo de sus andanzas por tabernas, burdeles, moteles de mala muerte y casas de apuestas, así, lo abandonó una noche para nunca regresar, al final quedándose sin nada, pero le quedaba Pluchin, el si que le nunca lo habría de abandonar, no, después de toda esa miseria que por descuido le estaba tocando vivir, algo o alguien habría de pertenecerle.
Pero uno de esos días de continuas andanzas por el mimo camino, Ramones fue a cruzar la carrera 7a., agitado porque Pluchin iba muy adelante y no paraba, no se percato que venía un carro a toda velocidad y sin saberlo su vida quedo truncada quizás sin pensar que pasaría con su inseparable amigo, el perro continuo el camino de siempre sin darse cuenta que su amo había sido atropellado.
Sin saberlo ahora inexplicablemente solo se ve cruzar al noble y cansado animal por la misma vía, cruzando la misma ruta y surcando las mismas calles citadinas que a diario frecuentaba con su amo. Aquellos que frecuentemente veían al mísero amo con su ya viejo perro, se preguntan que será aquello, ¿el amo abandono su mascota? o ¿que habrá sucedido con el miserable anciano? Algunos dicen que no se sabe que ha sucedido con el viejo Ramones lo cierto es que todos los días a la misma hora 8am, ida, y 6 pm, regreso, el noble Pluchin cruza las calles del centro de la ciudad como si estuviera acompañado aun por Ramones, aunque ya sus años no le permiten correr como en otros tiempos, todavía tiene bríos a diario para caminar.
Hay quienes dicen que el perro Pluchin aun ve al anciano Ramones y que por eso sigue su rutina como si el viejo nunca hubiese muerto, y seguirá así su rutina hasta el día que la muerte le permita reunirse al fin con su amo.
PNCA