Igor P. de S.

LA BELLEZA (2) : LOS RITOS, CULTOS ÍNTIMOS Y SOLEMNES DEL ALMA

El alma se ha inventado los mitos

para poder decir lo inefable,

para poder explicar lo inexplicable.

Y se ha inventado los ritos para rendir culto a la belleza,

a nuestras vivencias más íntimas, más sagradas.

 

Por eso (dentro o fuera de las iglesias)

organizamos grandes fiestas:

necesitamos así sacralizar nuestros sentimientos,

nuestras emociones más entrañables (nacimientos, bodas, duelos…).

Y lo hacemos por todo lo grande, y públicamente.

 

Así son esos actos y gestos íntimos del alma;

íntimos, pero  públicos y solemnes.

Así lo exige ella,  el alma.

 

Así  es la magia sagrada de toda celebración:

sacralizamos el tiempo, el  hoy y el ahora;

celebramos un pasado, un gran amor,

un duelo eterno, un gran dolor

que nunca mueren.

 

Mito y Rito son pues las dos grandes metáforas del alma:

“root metaphors” (metáforas-raiz),

(así las llama James Hillman).

 

Así es el alma; ella se ha inventado los templos,

las mezquitas, las iglesias, las catedrales

y todos los lugares sagrados de culto.

 

Ella es fuente, fuente de belleza.

Y de ella surgen todas nuestras metáforas, nuestros poemas,

nuestros íntimos amores,

nuestros mitos y nuestros ritos:

Para trans-portarnos y revelarnos así el rostro de lo sublime.

 

Nuestras “metáforas-raíz” nos exigen ritualizar,

ritualizar a lo grande,

hacer la gran fiesta de nuestros cinco sentidos:

por eso nos vestimos con nuestras mejores galas,

porque nuestros ojos necesitan celebrar lo invisible.

 

Ensalzamos nuestras voces con cánticos del alma,

con versos y cantos a los dioses,

esos dioses que moran aquí,

dentro de nosotros;

porque necesitamos oír lo inaudito; necesitamos su palabra;

 

simbolizamos el fuego del alma encendiendo incienso,

esencias aromáticas, sagradas,

porque el olfato del alma así lo exige;

 

bebemos y comemos deliciosos manjares,

porque el gusto del alma es exquisito y exigente,

y así lo quiere ella;

 

y bailamos, nos besamos,

lloramos de alegría y nos abrazamos

porque el tacto es  la carne, el rostro sagrado del amor.

 

Así de grande es el rito;

así son los ritos de nuestros mitos más entrañables,

así de bellos son los cinco sentidos del alma.

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