Nhylath

¡Madre!...

 

¡Madre!... ¡Otro domingo celebrando  el \"Día de las Madres\", pero sin tí!...

 

¿Sabes, Madre?... ¡He soñado nuevamente contigo!, pero esta vez toqué las puertas del cielo y sorpresivamente una inmensa luz divina abrió sus puertas; y tú estabas allí, en el hermoso e indescriptible paraíso celestial, cortando rosas del rosal y con un gesto angelical digno de ti, cortaste una rosa roja, le diste un beso iluminando tu rostro y me la entregaste con mucho amor! Y yo, he tomado con mis manos inquietas y con mucha emoción esa flor llena de esencias perfumadas que brotaban de tu alma llena de bendiciones!...

 

Y sigo soñando, sumida en un sueño profundo, extasiándome en ese maravilloso Edén... y entre mis manos, esa rosa perfumada que en cada instante veo crecer, abriendo sus hermosos pétalos carmesí, ofreciéndome el sublime amor de madre, para que, cuando despierte y vuelva a la realidad, conserve en mis manos esa flor bendita y soñada, para nunca jamás olvidarla!

 

¡Solamente era un sueño, mamá!... dulce sueño encantador, pero te manifiesto que despierta he sentido que me has dado esa \"rosa\" perfumada impregnada de todo tu ser, de tu bondad, de tu humildad, de tu prudencia, reflejada en tu silencio!... ¡Admirable silencio para acallar tu sufrimiento que sólo Dios supo escucharlo e interpretarlo!...

 

¡Madre!... esa rosa roja la llevo sembrada  en mi corazón y cada día la rocío con mis oraciones y pensamientos en ti, para que permanezca viva ante la presencia de Dios!

 

¡Dios Todopoderoso permita que, cuando me corresponda entrar a ese \"jardín celestial\", seas tú, madre amada, quien me recibas con esa flor en tus manos, así como en sueños te vi!

 

 

Nhylath

(CRIV-2015-4019-01005/006)