Camino sin tocar mis pies el suelo,
avanzo por sendero de neblina,
colores de arcos iris que varían,
según mi paso marcha en el zarceño.
No tengo cuerpo, pero me sostengo
en bola de energía, en fuerza psíquica;
igual que todos estos que caminan,
sin voz, placer, dolor, ni faz, ni tiempo.
Me queda el corto, intenso y fiel recuerdo
que en mi cerebro, se quedó plasmado,
del cruel instante que crujió aquel trueno.
Tormenta desatada y yo debajo
buscando el tronco grueso del abeto
que el rayo raja y deja, fulminado.
Cecilio Navarro 28/04/2015