Rose Schwartz

SOY EL CABALLERO NEGRO

Lucía su armadura

de espinas de rosas y de metal

negro, con tal soltura

que no le hacía mal

alguno, como el aire hace a la sal.

 

Enfundada su espada

con mango de pétalos negros muertos,

de roja hoja afilada,

manchada al matar tuertos,

curas, reyes, nobles y dueños de huertos.

 

Con un puñal oculto

en una de sus dos pesadas botas,

con él rendía culto

a una causa remota

donde el odio y el dolor de uno brotan.

 

Con un escudo viejo

a la espalda negro, rojo y granate,

de cómodo manejo. 

Con su negro estandarte,

símbolico de unas tierras distantes.

 

Con su yelmo de plata

ahumada, protegiendo su cabeza.

Como una sucia rata

combatía, destreza

gran con la espada de color cereza.

 

Montaba su caballo

de armadura granate con soberbia.

Llevaba sin vasallo

desde la fría Serbia,

lugar donde descuartizó a su siervo.

 

Pero no le importaba,

pues no había carga para llevar.

¿Que quería? Robaba,

no le importaba matar

a quien le desafiaba por hurtar.

 

Sus gustos sanguinarios

eran unos, pero adoraba ver

la noche y luna a diario.

También amaba ser

reconocido, cumplir su deber.

 

El deber homicida

de un hombre libre carente de dueño.

Vivir la puta vida

convirtiendo los sueños

ajenos en pesadillas de ensueño.

 

De las que no despiertas,

dejando en tus manos la negra flor.

Abriendo las compuertas

al más puro dolor.

¿Qué buscas caballero sin corazón?