Manuel A Gonzalez P

Aquella Mujer (Dedicado)

Tu ausencia dejó la huella del vacio
mi alma herida por un amor sin calor
y al tocar el recuerdo quedose el frio
de mi eterno amor solo el vicio
de besar las cenizas, mi dolor.

 

Y supe pronunciar tus vocales mudas
con halagos tristes a un cielo gris
eran las aves solo humildes figuras
como ese tu amor, un simple tapiz.

 

El silencio era tu nota constante
como arpa con cuerdas, sin sonido
fui instrumento abondonado, errante
nido de momento, sueño perdido.

 

Fue mi calido hogar un cruce de pasos
tus inscritas pisadas, el viajero
marcando rumbo a horizontes pasajeros
cumpliendo nuestra efimera tregua
saciando placeres, olvidando los lazos.

 

Tu supuesta pureza fue el perfecto disfraz
de octubres arrastrados durante cada ocaso
eras la ninfa perfecta entre todas tenaz
tu completo amor era falasia, era escazo.

 

¡Y sí! puedo aun repetir que de ti aprendí
tus clases inhumanas del verbo amar
y no me arrepiento del dolor que viví
ni de los recuerdos que no pude olvidar.

 

No seré ingrato por el amor que envenena
ni por plantar las dudas en mi corazon
ahora se que fuiste solo un grano de arena
mi linaje no se manchará de falsas historias
de promesas irreales, ni maligna ilusion.

 

Se que puedo rehacer aquel toque infinito
entre la noble rosa que he de encontrar
esa que espera el llanto y profundo grito
al concebir aquel tan deseado hijo
cual de su vientre pronuncie algún día: ¡Papá!.