LUCIO ROBERTO RAMÍREZ GONZÁLEZ

UN DOLOR QUE QUEMA

Voy escalando grandes cumbres empinadas,
he ganado ya mucho dolor en mis piernas,
intento que el dolor del alma se congele,
más el dolor prendido es, casi como fuego,
quema los rincones de mi anciano corazón.

 

Dolor que por muchos motivos me consume,
tanto ha que no abrazo a los seres que más amo,
hace tanto que no los tengo entre mis manos,
hace tanto que el fuego quema y me consume,
hace tanto ya que mis viejas piernas duelen.

 

Preferible este dolor al que llevo en el alma,
congélate dolor que fuerzas ya no tengo,
congélate, que ya no queda corazón,
ni lágrimas en mis dos arrugados ojos,
mi propia alma se me va escapando de a pocos.

 

Más una fuerza extraña se apodera de mí,
me ayuda a continuar escalando, montañas,
altas como el Huazcarán, como el Himalaya,
buscando que el dolor del alma se congele,
más el dolor prendido es, casi como fuego.

 

Mi Dios, tan sólo una vez más quisiera verlos,
decirles al oído, \"te amo\", y descansar,
dejar mi cuerpo sobre cama de madera,
con ese aroma a campo santo y eucalipto,
ese aroma que me trae tantos recuerdos.