Raúl Daniel

RAIMUNDO (de mi libro \"Apocalíptico\")

 

Hola, Raimundo... ¿qué tal?,

¿cómo dices que te va...?,

¿te va bien o te va mal...?

 

Como sé y veo, estás

con ideales ambiguos,

tienes un montón de amigos,

unos aquí, otros allá,

y dices ser de la Iglesia

(la que fundó Jesucristo).

 

Te metiste en política

y también en sociedad

de ayuda y beneficencia

para la comunidad,

te gusta el arte, la ciencia

y en un club también te vas...

¡tu agenda está repleta

con tanta actividad!

 

Tienes tu filosofía,

me quieres siempre explicar,

piensas en cambiar el mundo...

¡Raimundo, Raimundo, hermano,

¿crees que lo conseguirás...?!

(¿al mundo greco-romano

de consumo-comercial?)

 

¿No te recuerdas que el Rey

nos prometió que al final,

junto con todas sus obras,

en su ira, lo quemará...?

¿y piensas edificar...?

(No lo llames “Evangelio Completo”,

¡llámalo mundo nomás!)

 

El mundo no tiene remedio,

sólo le debes hablar,

denunciando sus mentiras,

sus pecados, su maldad,

su incuria, desidia total,

ante la necesidad

en que la gran mayoría

de los hermanos están,

o, ¿qué cosa es otro humano,

acaso un animal...?

 

El Verbo se hizo carne,

¡Dios mismo hecho tu igual!,

y aunque Él ya lo sabía,

¿viste dónde fue a parar...?

 

Él ya nos marcó el camino

y habrá que caminar,

y no con un solo pie...

¡y menos dar marcha atrás!

 

Pero tú, hermano Raimundo,

quieres hacer la tuya

(por lo que tengo ya visto),

con un pie estar en Cristo,

con otro andar por el mundo.

¿mantendrás el equilibrio

cuándo el Señor lo destruya...?

 

En realidad lo que pasa

es que el mundo te gusta,

pero el Infierno te asusta

y te quisieras salvar;

yo te quiero aconsejar

para que tomes partido,

si eres amigo del mundo,

¡eres de Dios, su enemigo!

 

No es que me quiera burlar

o tratarte con desprecio,

tú no eres ningún necio

y sabrás dilucidar:

Si vas a pagar el precio...

y ¡qué cosa comprarás!

 

Una cruz, desde El Calvario,

te reclama como hijo,

El que te compró, también dijo

que como Él debes andar;

y si quieres alcanzar

el premio que hay en el cielo,

del mundo remonta vuelo...

 

Él, ¡las alas te dará!