Annabella Amuy

El Funeral

Cuellos estirándose al son de cada sollozo,

ansiando ver aquel rostro roto  por esa pena que no cabe en el cuerpo.

Vertiente infinitas de miradas morbosas.  

Masoquistas ritos que sin contemplación de las piernas de papel y brazos de plomo

obligan a soportar de pie aquellos consuelos estériles

para aquel dolor que no se puede llorar.  

La muerte y la maldad coludidas en un mismo negro,

vestidas con el mismo saco.

Lluvia de sinsentidos que riega un afecto estéril

por una flor que no fue alabada, hasta que fue marchita.  

Y mientras la fiesta se viste de hipocresía

unos oídos sangran por cada palabra que no escucharon,

huesos se rompen al colisionar con ese silencio eterno.