Ahora que tú ya no estás,
Ahora que en los ríos de mi corazón
Todo es calma camuflada...
Ahora que ya no fumo desde tu balcón,
Ahora que veo que no existe tu luz...
Ahora que eres una extraña persona,
Una desconocida que habla,
Que gesticula, que ríe, mira, sufre, llora.
Ahora que te vas de mi olvido con esperanza,
ahora que este se convierte en venganza,
dejas a una persona sin bazas,
tirándolo todo por esa terraza.
Una terraza cada vez más desordenada,
Llena de cosas inservibles; de pájaros sin voz,
de cuadros sin color,
De comida sin sabor.
Y yo, en esa terraza sigo sentado
Fumando entre tanto sin sentido.
Viéndote pasar.
Y pasas sin mirarme, y sigues trayendo bártulos inservibles
que ya, entran en tu casa.
Pero sigues riendo,
o al menos tu crees eso.
Y llega la noche y ahora sí que me miras,
pero todas las cazuelas, vasos
Y remotos artículos de tus andadas
Te impiden llegar a mi deseosa boca.
Yo, sabiendo de tu cáncer de los sentidos,
Prefiero escalar todos esos utensilios
Para tirarme y dejar sitio.
Esperando a que sientas algo,
Ya, sin tanto esperarlo,
Me siento en el borde
De ese maldito balcón, aguardando
A que tus molestos bártulos
Empujen a mi ser a no sentirte,
A despreciarte.