Cada noche regresas,
como regresan, cual canciones,
al pentagrama de la vida
los anhelos de los hombres.
Cada noche regresas,
como regresan los meridianos,
o los cometas astrales,
tarde o temprano.
Cada noche te aferras,
como se aferra el tiempo a las almas,
al discurrir de sus pasiones,
por el destino marcadas.
Cada noche transitas,
desde tus páramos fríos —
terriblemente fríos —
hasta los sueños perdidos.
Cada noche, soledad… Cada noche,
llegas con tus lúgubres espadas,
cabalgando en potros de silencio,
con alforjas sin fondo, rebosantes de nada.
Gustavo Echegaray A.
10.04.2015