Cada noche regresas,
como regresan, cual canciones,
al pentagrama de la vida
los anhelos de los hombres.
Cada noche regresas,
como vuelven los meridianos,
o los cometas errantes,
tarde o temprano.
Cada noche te aferras,
como se aferra el tiempo a las almas,
al curso ardiente de las pasiones,
por el destino tatuadas.
Cada noche transitas
desde tus páramos helados,
terriblemente helados,
hasta los sueños desvanecidos.
Cada noche, soledad… cada noche,
llegas con tus lúgubres espadas,
cabalgando en potros de silencio,
con alforjas sin fondo, rebosantes de nada.