Alfonso J. Rodríguez M.

FUISTE LA VID

Tú que ceñiste mi alma de alegrías

y que llenaste de luz el firmamento

fuiste el amor que disipó mis penas

y las cenizas que llevaba por dentro.

 

Tu me enseñaste a saborear las mieles

en tus jardines de prosas y de versos

fuiste la vid que me brindó aquel vino

de fresco aroma y de cálidos besos.

 

Ahora que el mundo parece vacío

y mi jardín lo ves en blanco y negro

aunque tu cuerpo no esté junto al mío

no te detengas, continúa tu vuelo.

 

Más, nunca olvides  que a pesar de todo

te sigo amando como en otros tiempos,

pues no habrá risco, tormenta ni arena

que haga cambiar mi noble sentimiento.