A. Martinez

Aferrado a tu sonrisa.

Me aferro a tu sonrisa,

la de los viejos tiempos;

me aferro a ese latir

que llenaba el silencio,

anudo cada verbo

como en un sortilegio,

aferrándome a ti,

apresando el misterio.

Sé que tu devenir

te ha llevado muy lejos,

pero el olor de ti

me viene con el viento.

La ráfaga fugas,

cargada de recuerdos,

acerca toda el agua

a mi pozo sediento.

Tu luz de dicha hambrienta

ha de arrimarme el beso,

y llenara de abrazos

el anhelado encuentro.