Mirinda

casualidad,causalidad...

Conmovedor, mágico; fue una casualidad, trampa del destino, o solo porque tenía que suceder. Un llamado telefónico atraso su salida, el tránsito aporto lo suyo, su secretaria anoto mal la dirección del piso donde tenía la reunión, el destino creo una causalidad de la casualidad.

Entro al edificio, busco el piso anotado y toco el timbre, él abrió la puerta.

Sus miradas se encontraron, Una niebla de nostalgia los envolvió, sorprendidos, confundidos, se atravesaron con la mirada, un sinfín de preguntas invadían su mente, él la miro a los ojos con sensible ternura  y la beso…

               Ella retrocedió sin dejar de mirarlo, él se disculpó; “fue lo primero que me salió, dijo’’

  La hizo pasar, ella entro turbada, confundida. El piso estaba lleno de gente trabajando, sacando medidas, acomodando muebles.

La llevo a una oficina, le invito a sentarse, fue por un vaso de agua, luego tomándola de las manos se sentó a su lado.

  Se habían buscado tanto… Hasta que la ausencia y el tiempo se encargaron de esfumar el ayer, dejando solo lagunas mentales, para poder sobrevivir.

  Una emoción intensa los envolvía, sentían que el tiempo no había pasado, que aún sentían esa atracción, como antes, hacía ya veinte años.

Se habían perdido el rastro, la clandestinidad, había triunfado, no fueron vueltos a atrapar , pero tampoco jamás volvieron a encontrarse.

El dijo (con la voz tomada de tanta emoción):

\"Después de ocho meses de cautiverio, con ayuda de amigos pude huir y viaje a México, pase tanto tiempo sin saber nada de vos… con un nombre falso entre al país, había conseguido datos de tu destino, tenía tu dirección en Jujuy, llegue a tu casa, no podía creerlo, la felicidad al fin se decidió a acariciarme el alma, pensaba…

No estabas, pero hable con tu padre, me contó cuanto habías sufrido, lloramos juntos. También me dijo que te habías casado. Sentí tanto dolor, pero a la vez una tierna paz… quedamos con tu papá que sería mejor que no me vieras…

Me quedo esa llamada pendiente que nunca hice… Yo seguía militando desde el exilio, tenía una misión que cumplir en Bs as, era encontrarte y volver rápido a México, pero no pude llamarte…no podía arriesgarte de nuevo, ellos aún nos buscaban.\"

Dijo esto y se quebró en amargo llanto.

Ella tomo su mano y dijo;

“Con el desgarro interno de un útero vacío, por golpes y torturas recibidas, desangrándome alguien me dejo en la puerta de un hospital.

Mis padres me ubicaron; yo desvariaba, flaca, destruida en cuerpo y alma, con el desconsuelo de haber perdido nuestro hijo; solo hice lo que ellos me decían, dejamos nuestra casa y nos fuimos a vivir a un pueblito en Jujuy.

Paso mucho tiempo para recuperarme, me sentía muerta en vida, trate de averiguar de vos, me dijeron que estabas desaparecido, sin embargo por años no descarte, el encontrarte alguna vez…”

Sus lágrimas brotaron como de un manantial de penas, Se abrazaron fuerte.

El dolor y la impotencia se respiraban en el ambiente, pasaron tres horas de charla, abrazos y miradas.

Ella dijo que debía irse, le pidió que la abrazara y le dio un delicado beso, el devolvió un beso apasionado que duro una eternidad.

ËL la tomó de la mano, como con miedo a perderla y dijo;

“Sos la que me dio fuerza en tantos momentos de flaqueza. La razón por la que me levante por las mañanas, por muchos años. La revolución era mi causa, y vos fuiste y serás lo más bello, que encontré en su camino”

Ella lo abrazo, con el dolor incrustado en el corazón, respiro hondo y dijo: aprendimos a vivir sin nosotros, zurcimos agujeros del alma para poder seguir, a pesar de todo, fíeles a nuestras convicciones.

Estuve casada un par de años, pero no funciono, demasiados recuerdos… tal vez si hubiera tenido hijo, pero yo sabía que eso era un imposible, hasta esa posibilidad me robaron, los hijos de puta\"  no podía hablar más algo parecido a una agonía atravesó su garganta…

Levanto la vista y vio en el escritorio, una placa que decía “Secretaria de Derechos Humanos”

Suspiro profundo. Los pensamientos, recuerdos y hasta el dolor traspasaban su alma.

Él apoyó la cabeza en su pecho, y le hablo con mucha suavidad:

\"El destino se encargó de este encuentro, No podemos decepcionarle ahora. Vayamos a casa, si te gusta será nuestro lugar, ese que habíamos soñado\"

La emoción era irrefrenable, la herida pasó a ser cicatriz.

  La incertidumbre del futuro se convirtió mágicamente en una dulce compañía.

 

                                      Miriadas