Marc Tellez Gonzalez

Entre sombras.

 

 

Pasan las horas, pasan los días, y no encuentro lo que busco, los zafiros se vuelven inalcanzable de piedad blanca que no llega a la estación.


Me pierdo en todo sentido, divagandó confuso totalmente errante, lastimado, ya cansado, mis pies ya no me sostienen cuando el tumbo me llama, como la tierra sin raíces esbeltas y torcidas.


Corre el tiempo, la luz de día disminuye y otro día se agota y, no lo encuentro. ¿dónde te escondes condena de risa macabra? El tartamudo versa correctamente que su corazón no le cabe en la voz con que pregona.


Doy pasos sobre las sombras que de momento me huyen y no me dejan verles figura, como sí caminaran detrás del cristal estrellado o esmerílado, por la garra del tiempo.


Caigo en el abismo de la melancolía que parte la tierra en mis pies, dejándome caer sin encontrar el fondo, oh dioses de tristeza que levantan banderas en cada estrella que muere de abandono.


De momento todo se detiene y mi caída sésa, entumecido, en mis manos sólo tierra.


Tierra que aprieto muy fuerte para después dejar la caer sobre mis pies, tierra negra hecha de sombras.


A lo lejos veo esperanza, la única luz existente después de mi caída.


El tiempo pasa lento muy deformado, pero aún así sigo firme en mi marcha, marcha infinita que no da tregua ni razón de destino.


Me acerco al borde del comino y no lo encuentro, mis pensamiento entran en tragedia inmediata, colapzándo, entristeciendosé por la falta de alimento amoroso de color azul.


¡De momento devuelvo la mirada¡


¡Y no sé sí es!


Me le acerco un poco más y le reconozco.


¡Al reconocerlo me doy cuenta que si, si es!


¡En efecto es lo que buscaba!


Lo sostengo un momento y basto para no dejarlo ir y darme cuenta que no era necesario buscarlo.


Siempre estuvo ahí en el mismo lugar nunca se movió, simplemente el que estaba perdido era yo.


Que gran sorpresa andaba síego entumecido, sin un sentido más que el que me hasían ver a través de la venda, de cristal que sólo me permitía ver sombras de triste elegancia.


Al nuevo día que hoy se me presenta, me dirijo al rumbo de una nueva revancha a la vida, esa revancha que en mi vida me vuelve a dar vida.


Sólo pienso que el estar solo es un estado en el que todos nos cruzamos en algún momento de esta irónica vida y, que es tan fácil derrotárla mientras exista quien lo afronte, sin saber que lo afronta, porque somos presa fácil de las soledades.


Es la grandeza de el amor, hoy por hoy cuando se presenta puro, desmoroná el dolor de todo lo pasado y construye futuro, ese futuro que se avecína, y no flaquéa por cualquier cosa, porque en la vida y el amor siempre esta presente la fortaleza humana da cada quien.


En este fin de día sólo espero con el nuevo amanecer, poder hacer crecer este amor que me produces al ser tú quien removió esa venda, al ser tú quien centro mi mundo, entro a mi vida y alma, para darle libertad de poder ir mas lejos de lo que jamás vi en toda mi vida, por eso hoy de ti escribo, dulce niña de mis amores.

 


Marc Téllez González.