Oscar Perez

Semblanza del que crea

Semblanza del que crea

 

No se sabe quién fue, no se sabe

por qué vino a dejarnos su mar,

su planeta, su flor en los riscos,

por qué quiso que hubiera color

y esa arena en que juegan los niños,

no se sabe cómo hizo estos montes,

estas alas de azul colibrí,

estos árboles que se hacen libros.

No se sabe si está o se marchó

si esa abeja repite su oficio,

si es ladrillo o si es sal, si se mueve

con el sol cuando cruza el abismo,

no se sabe si tiene lugar,

si algo deja para su cansancio,

algo propio en que a solas decir

no está mal, ya me duermo tranquilo.

No se sabe por qué nos amó,

por qué quiso que fuéramos libres,

por qué viene en las tardes a orar

con el sol como ostia en los mares,

ni se sabe qué fue del camino,

si es acaso el que nos ve pasar

como locos en un remolino

o está escrito que es otro el lugar

donde todo ha de ser revelado.

No se sabe si hay más que encontrar,

si debiera bastarnos lo visto

para así mejorar y reír,

para así de verdad ser honrados,

y con todo lo poco que hay

y con todo lo mucho alcanzado

comprender que podemos cantar,

que esta voz tiene el mismo misterio

que nos hace vivir y creer

que algo bueno podemos decirnos.

No es preciso que sepamos más,

es por tal que te abrazo y te abrigo,

es por tal que te entiendo al hablar

y que busco contigo ser fruto,

del que siembra el comienzo no sé,

pero sí sé que estamos a tiempo,

y es por eso que empiezo a luchar,

que me basta por fe el horizonte,

que me basta por prueba tu mano

de que es digno volvernos semilla.

No se sabe cuándo ha de llover,

pero en el pecho ya abierto está el surco,

sólo hay que oír de la nube el latir,

el resto andar conquistando el rocío.

 

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01 04 15