Gustavo Echegaray

A LOS NASCAS

Contemplo tus tejidos, vestiduras eternas,

rastros de tu vivencia inmemorial.

Admiro el resplandor de lámparas insolentes,

que no se comparan con tu cultura celestial.

 

Arcilla refinada por el ímpetu de tu mano,

vasijas, cuerdas, alforjas incansables,

elevadas desde la tierra más antigua,

refugio de tu nombre y de piedras inquebrantables.

 

Aquí tus pasos, junto a los vuelos del cóndor,

forjaron acueductos que domaron las aguas.

Aquí el desierto se hizo tu aliado y se rindió,

descansaron tus pies al lado del rayo.

 

Aquí descansó la noche, y cantó el lucero.

Aquí dejaste los huesos de tus tibias.

Aquí sembraste senderos de libertad,

entre los vientos, la luz y cordilleras bravías.