Poeta sin alma

De la mano

Contigo de la mano cada día visito

la dorada fantasía por donde hemos ido,

cada callejuela, cada rincón dormido,

cada plaza en jolgorio, cada balcón abierto,

cada postigo, resienten nuestros pasos,

nuestros gestos, nuestras palabras,

nuestros apellidos.

 

Nunca estuvimos, nunca, y tantas,

tantas veces estuvimos.

 

Construimos mañanas domingueras

a la vera del río imaginario, los pasos

del viejo ciego lazarillo, la historia picaresca

desgranando risas en racimos entre besos,

el avanzar de la tarde, en sombras alargándose

sobre la rubia piel que colorea el sol en solsticio

mientras extendías las manos.

Construimos la Plaza Mayor, el mar de terrazas,

la lluvia en flujo torrencial y la serena sombra

de los arcos, tú y yo, frente a frente en la mesa,

es como mejor se escuchan los latidos,

silencio reflexivo; creamos los nombres

que el amor dejara escritos.

Tu mano acariciante resbalando

sobre la mía, separando y uniendo

dedos enamorados y suspiros,

viajando las mentes unidas

hacia un mundo de arcángeles místicos,

Callado el ruido, el sol canta,

rasgando las entrañas del olvido,

sin oasis el silencio es la sombra

de nuestra copa de vino,

sentados al pie de la aurora bebes

y amas conmigo; tal vez mañana

quitaras la mano y el tiempo

será un cántaro vacío

por cuyas grietas se hayan derramado

los cantos del amor que cante contigo.

 

Esta fantasía de pícaros amantes,

de besos y de sabios, cruces y libros,

no nos ha visto pasar, nos espera;

las piedras aguardan el sabor

de nuestras espaldas reclinadas

en gestación del beso prometido.

Esta fantasía, por la que tanto oramos,

en la que tan a fondo nos fundimos,

ambos entre sus nubes, uno en otro,

y que fuera de ella estamos en exilio,

esta fantasía en la que somos libres,

con piel de adultos y candor de niños,

que tantas veces hemos soñado,

donde nunca estuvimos, tus ojos en los míos,

mi brazo en tu cintura y el futuro se ha hecho

ya pasado y el presente es un futuro vivo…

Te espero en mi fantasía,

para vivir cuanto hemos ya vivido.