Alek Hine

FALAZ DEICIDIO VANO

 

I  

 

¿Que para su rescate —del hombre en el pecado—,

cruzaste por el himen intacto de María?

¿No engendra suspicacia salvar por esa vía?

¿No pudo tu palabra mudar el mal estado?  

 

\"¡Sin falla quede el cosmos!\", hubieras exclamado.

 ¿Un acto así de simple no quiso tu alma \"pía\",

y entonces preparaste tu drama de agonía?

 ¿Necesitabas sangre, tu crúor derramado?  

 

Y como Dios y ofrenda, Cordero de expiación,

¿a quién es que ofreciste tu vida en sacrificio?

¿No es esto un disparate de suma proporción?  

 

Falaz deicidio vano, de nulo beneficio;

¿de qué sirvió tu muerte, tu propia inmolación?,

si el mundo permanece lo mismo que al inicio.      

 

 

II 

 

¿Que para liberarnos del sórdido pecado,

el útero virgíneo tomaste de María?

¿No es muy extravagante salvar por esa vía?

¿No pudo tu palabra mudar el mal estado?  

 

\"¡Sin falla quede el cosmos!\", hubieras exclamado...

Al Verbo* te negaste, y para la amnistía,

\"benigno\", decidiste su pena y su agonía...

¿Del Hijo precisabas el crúor derramado?  

 

Hiciste de Él ofrenda, Cordero de expiación,

y fue la cruz infame tu altar del sacrificio;

¿no es algo abominable, locura, sinrazón?  

 

Falaz deicidio vano, de nulo beneficio;

¿de qué sirvió su muerte, su cruel inmolación?,

si el mundo permanece lo mismo que al inicio.

 

 

 

*Verbo en doble sentido, como palabra y como Jesucristo, el primogénito de Dios mediante el cual fue creado el mundo, por pura locución —como en el \"Hágase la luz\" del Génesis—, según el Evangelio atribuido a Juan, que, en palabras de Robert Ambelain, \"es en realidad un ensamblaje de textos cristiano-gnósticos, que eran a su vez malos plagios del Corpus Hermeticum\".     

 

En la primera versión (soneto I), es Dios mismo quien se sacrifica; en la segunda (soneto II), el sacrificado es su Hijo.