FelixCantu

A TU DIESTRA Y VOLUNTAD

 

 

 

Escucharé lo que en mí habla El Señor,
Que sorprendido por sus dádivas estoy.
Elegido me siento por tantas promesas
De las cuales, no encuentro semejanzas,
En las villas de donde presumo que soy,
Pues soy de las tierras llanas de pasión;
Soy de tierras que prometen, y engañan;
De tierras que dicen que dan, y quitan,
Pero de tu boca recibo paz y consolación,
Que fluyen en mis sueños, y en mi mente,
En mis pensamientos, sangre y corazón.
Bienaventurados los oídos que se nutren,
Con los raudales de divinas inspiraciones,
Que tu Gracia y Misericordia proveen,
Con que bebe y se alimenta mi voluntad.
Inspiraciones que me engendran valentía,
Para seguir avanzando en mi dura porfía,
Sin mutarme a murmuraciones mundanas,
Que me hacen caer y tan presto desmerecer.
Bienaventurados los oídos que escuchan
Esa verdad que enseña desde el interior,
Sea por sobre esfuerzos o por arremetidas
Pues mi condición de caballero andante,
Ha sido siempre de dar e ir hacia adelante,
En prepararse cada día más y más recibir,
Las dádivas, gracias y secretos celestiales,
Mas siempre en mi camino hay malandrines,
Que bastantes cosas cuentan y me corrompen,
Sustancias del pensamiento que me estorban
Que por hacer caso y perder mi compostura,
Mi juicio se entorpece, y en todo, desmerece,
Creándome una conciencia de merecer castigo,
Que yo mismo me impongo, a consecuencias,
De los delitos que me doy cuenta que cometo,
Y me impongo, tanto cuanto más haya pecado,
Pensando siempre en lo que ya hube hecho,
Y en lo que por ende, sin duda, me toca recibir.
Y que si no decido de buena gana mi castigo,
A la par castigo recibo a la venia de su merced,
Que castigo breve no merezco por bravucón,
Sino duro, fuerte, violento, con sermón y tesón.
¡Oh alma, cierra las puertas de tu sensualidad!
¿Qué es todo lo temporal, sino puro engaño?
¿Y de qué me valdría apreciar todas las criaturas
Si fuere desamparado de la estima del Criador?
Pues caigo en la ofensa al saber que el objeto
De mis dulzuras, es el objeto de mis desventuras,
Pues bien, y a bien os dejo mi cuerpo y voluntad,
Señor, Para que hagáis con ellos lo que queráis,
Que en mala tierra, ni la hiedra habrá de crecer,
Mas si es Tu Voluntad, hasta habrá de florecer.

 

 

 

Félix Cantú Ortiz
México