Vestida de blanco inicia su viaje,
la camilla avanza el largo pasillo
sólo la protege un fino visillo,
y el valium ya empieza hacer el dopaje.
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Dentro del quirófano ¡otro tiraje!,
el pecho resuena como un frenillo.
Sus ojos chinitos casí sin brillo
lloran en silencio ese vasallaje.
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¿Por qué le seguiste en pleno aguacero,
al hombre que amor ayer te juró
y hoy, rota y herida así te dejó?
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Grita de dolor ¡sin su amor me muero!
pobre corazón en la sala exclamó,
¡no me curen!... ¡él ya me abandonó!
Un beso y una flor.
Alfredo Daniel López