María

CONSTERNADA

 

Bailan mis ideas en la cuerda del delirio. Mudez que ensordece. Mi mirada queda abrazada por el azabache del cielo sin luna. Mi alma, bullente, se atrinchera en el más disimulado recodo de mi pecho. Permanezco empujando al suicidio a mi propio tiempo. Me busco en el espejo y veo máscaras infinitas que cubren cientos de rictus repetidos, reflejando diferentes bravuras. No me hallo. Me pierdo en esa pregunta múltiple que me fragmenta en llagas. Busco mi cuaderno y traspaso el muro de las letras, atravieso la pared de los versos y anclo en El Verbo, buscando refugio para mi mente que se debate en la coctelera de la indecisión más definida.