Mirinda

Fracaso...

La tarde va cayendo en la estación de tren.

Caprichosa antípoda, marca un arrebol antes del ocaso.

Mi mirada se desliza, hacia el andén de la estación.

Con la ingenuidad de una nube, mi corazón se escapa

buscando tus palabras deteniendo mi partida,

esperando de tus labios el aliento, de tus manos la caricia…

pero nada acontece, las nubes toman un color gris marcando

mi sentenciada soledad.

El amor me deja libre, herida en el corazón, pero esclava del recuerdo.

        Languidece mi mirada perdida, un vaho húmedo huele a fracaso.

Se oye silbar el viejo tren anunciando su partida. Subo, mis dedos aplastados contra el vidrio de la ventanilla anhelando tu llamado, tu llegada…

        Lucho tratando de impedir caer la lágrima que asoma indiscreta, sintiendo el sabor amargo de un final.

        Voy lentamente aceptando tu indiferencia, solo me queda disimular el llanto, bajando los brazos, como desarmando un abrazo no correspondido.

        El ritmo del tren lleva mi mente a volar lejos, donde no siento frio, donde no esquivo miradas.

        Voy a tientas este camino, que solo ofrece un sinsentido.

Dos grandes nubes negras se juntan prediciendo lluvia, las nubes cambian a capricho, así como las vidas y los destinos.

        La tormenta me anuncia mi batalla perdida.  Y el mundo sigue su ritmo…

        Pero aún queda un mañana, y... mañana, quién sabe...

 

              Miriadas