Abro los ojos
tomo conciencia
y no alcanzo a saber
pero todo en mí, se despierta.
¿Podría ser
la luz del alba?
¿o quizás sea ese jolgorio
que sin querer
yo oigo
entrar por mi ventana?
Al escuchar paciente
separando sonidos,
mi subconsciente atrapa
a través del oído
unos sones que graba
escalando a la mente,
con otros más sutiles
que penetran el alma.
Como un baile placible,
me llega, el alegre gorjeo
desde las altas ramas en la mimbre,
de aquel gorrión en celo
y el trinar del jilguero.
La mirla silva,
y la urraca chaquea;
aquel pavo vocea
y la perdiz
castañetea
por los lejanos campos
corriendo entre trigueros.
Y entre cientos de cantos
los ángeles me arrullan…
estos versos.
Cecilio Navarro 23/02/2015