Raúl Daniel

Carta abierta de Jesucristo a las más de dos mil iglesias en que los hombres la han atomizado (Espejo 193)

 

Estimados hermanos: 

            Ustedes me conocen bien (o deberían), Yo Soy el Alfa y el Omega, El Principio y el Fin, el que estuve muerto, pero vive; nadie que crea en mí será olvidado en la resurrección de la carne y tendrá una vida perdurable. En la casa de mi Padre hay muchos planetas en los que vivir y les estoy preparando uno, porque la tierra terminará consumida por fuego, y ya lo comenzaron a realizar ustedes, destruyendo la capa de ozono. Pero yo castigaré a los causantes del deterioro del planeta.

            Ninguna de las promesas que les hice van a ser incumplidas y nadie que me sirva quedará sin su recompensa, pero los traidores y mentirosos serán excluidos de la maravillosa promesa.

            No crean que porque pareciera que me demoro, es que no sea verdad lo que anuncié por medio de profetas, apóstoles, escribas, misioneros y ángeles; lo que ustedes creen que es demora, es en realidad misericordia, quiero que todos se salven y conozcan la verdad. También ignoran realmente la medición de los tiempos y no es igual un día de la tierra que un día del Cosmos.

            En realidad ustedes mismos están produciendo la demora, ya que son muy duros de corazón y aman más sus errores que la justicia y misericordia. Han tergiversado tanto la sana doctrina, que lo que llaman iglesias se parecen más a los cultos paganos y muchos de ustedes en realidad rinden adoración al enemigo. Aunque digan: -“Señor, Señor, en tu Nombre es que predicamos, en tu Nombre es que sanamos”; lo que en realidad hacen es procurarse un buen vivir temporal y disfrutar los deleites del mundo, fingiendo amor, pero no conocen el verdadero significado de esta santa palabra.

            Enseñan mentiras a mi pueblo que con sencillez de corazón me busca. Les hacen creer que se salvarán por obras, trayéndoles dinero a cambio de perdón, sanidad, comunión y prosperidad. En realidad no me extraña tanto, Judas ya me supo vender una vez y lo sigue haciendo a través de todos esos que se autodenominan pastores y maestros y no lo son.

            Yo creé una iglesia cuando bajé en forma de Espíritu, que no edificaba templos para reunirse y que se despojaba de todo para que a ninguno de los hermanos le faltara sustento o vestido. Ahora veo con horror que, en algunos países, existen en la misma ciudad iglesias de la misma denominación que están divididas por color de piel y poder adquisitivo; concretamente: iglesias para blancos ricos, iglesias para blancos pobres, iglesias para negros ricos, iglesias para negros pobres, eso sí, con el mismo nombre y doctrina. Pregunto: ¿Qué doctrina? No la mía, por supuesto, ¿no recuerdan como oraba yo?: -“Padre, te ruego que ellos sean uno, como lo somos tú y yo?”, ¿De dónde sacaron eso de que soy tres?... ¡Oye Israel, el Señor tu Dios, uno es!

            Ustedes creen que Yo no los oigo mentir y se equivocan tanto. En la Iglesia verdadera no se puede mentir, porque el que miente a los apóstoles, al Espíritu Santo o al más pequeño de los hermanos ¡se muere!... Pregúntense por qué no ocurre esto, ¿Será que son apóstoles?, ¿Estará con ustedes mi Espíritu?

            Es mejor que comiencen a arrepentirse de todas sus iniquidades, y sobre todo que me comiencen a amar de corazón, con toda la fuerza de sus mentes, y si quieren darme dinero: ¡¿No les dije que siempre habría pobres?! Sus propias obras delatan su falsedad; ¡Hipócritas!, si volviera otra vez a andar entre ustedes predicándoles la Buena Nueva en humildad como lo hice en Judea ¡me volverían a crucificar!, ¡aún sabiendo toda la historia!

            Les dije que vuelvo con retribución y ¿aún así no temen?, les dije que quito hasta de donde no hay y que espero el máximo esfuerzo de cada uno de ustedes, ¡¿Qué quieren cosechar si siembran tan poco?!, ¿Han olvidado que los limpié de pecado y que los llamé a reinar conmigo?, ¿que debían aprovechar las riquezas temporales para sembrar tesoros de amor en los libros de memorias de los cielos?; en cambio se sumergen cada día más profundamente en el pozo cenagoso de la avaricia, negándose aún a sus propios hermanos.

            En los primeros tiempos, antes de que se prostituyesen uniéndose, a instancia del emperador Constantino I, con los paganos y los adoradores del sol, supieron librar batallas heroicas contra cruces y leones, fueron pasados por fuego y acero, y se multiplicaban aún en desprecio de sus propias vidas por el verdadero amor a la verdad que les infundía mi Santo Espíritu. Pero al comenzar a gozar de los beneficios del imperio, que les otorgó riquezas y fastuosos templos donde poder esconder sus vicios, depravaciones y avaricia, comenzaron a olvidarse de mí, buscándose otros mediadores y sacerdotes. ¿No leen en las Escrituras que Yo Soy el único mediador entre Dios y los hombres. ¿No saben que la más grande de las abominaciones es adorar imágenes y que desde el principio se estableció que adorar, arrodillarse o besar estatuas o imágenes era lo más execrable para el honor y la gloria de un Dios tres veces santo?

            Realmente, ¿creen que hay Dios?

            Cuando al principio Adán pecó desobedeciendo la primera ley, se quitó el árbol de la vida de la tierra, para que la raza recibiera el pago merecido de la muerte.

            Les he prometido traerlo nuevamente a la tierra, para que coman y se sacien de verdadera vida y no mueran jamás. ¿No les apetece semejante promesa?

            Sólo los auténticos recibirán el premio, no erren, no se ha cambiado nada, el Gran Plan de Dios para la salvación del hombre sigue siendo el mismo, por más agua que les echen los modernos religiosos, para venderles un Evangelio de Oferta. No hay rebaja, no me vengan a querer conformar con un miserable diez por ciento; esa ley era para Israel, ¡cuándo los hombres no tenían el Espíritu Santo!, Ahora exijo todo, y el que realmente ha recibido el Bautismo de Fuego ¡me entrega todo!, ¡hasta la vida!

            Nada se escapa de mi conocimiento, porque el Espíritu Santo lo escrudiña todo, y al final todo se sabrá, y cada uno cosechará lo que plantó, y, si ha hecho bien su tarea, estará conmigo, en mi presencia, para gozo eterno.

Todo será tan dichoso que hasta sus propios nombres olvidarán.

Y yo les daré un nombre nuevo a cada uno.

            Amén.