Hugo Emilio Ocanto

Si gritas, te mato... Monólogo - GRABADO

 

Hace cuatro meses

que he quedado sin trabajo.

Trabajar…¿ a quién le

gusta trabajar cuando

te pagan una miseria,

hagas lo que hagas?

A veces es preferible

asaltar, amenazar,

infundir miedo,

aunque tenga que matar…

Nunca lo he hecho.

Pero esta vez,

estoy dispuesto hacerlo.

¡Ya nada me importa!

En realidad,

nunca nada me ha importado.

¿Para qué darle importancia

al temor de quedar detenido,

si hoy se mata,

y se pone preso al muerto?

Es una manera jocosa

de decir.

Los asesinos matan,

y a los pocos días

están asesinando nuevamente.

O, directamente, no los encuentran.

Paso a lo mío.

Necesito dinero.

Aunque sea robado.

Al que se resista,

lo mato .

¡Nada, absolutamente

nada me importa!

He de tener tanta suerte,

que han de encontrarme

de inmediato,

y es probable

que me den cadena perpetua.

Mi destino es que

todo vaya en mi contra.

Mi vida está repleta

de contradicciones.

Saturada de desgracias.

Estoy harto de todo esto.

Tal vez sería mejor

que en vez de tener el

pensamiento demente

de matar, sería más

conveniente que me suicide.

Así no han de ponerme

entre rejas.

Se está acercando

un pobre hombre como yo.

Pobre por su aspecto.

Tengo unos pesos

en mi bolsillo.

Ninguna arma.

Solamente mis manos,

muy especiales

para tomar el cuello

de alguien, y apretar,

hasta dejarlo sin vida.

Me acerco a este

pobre hombre,

como yo.

Entrégame todo

lo que tienes,

le dije.

Nada tengo, amigo,

me respondió.

Si me das vuelta

cabeza abajo,

no se me ha de caer

ni una sola moneda.

Lamento no poder

entregarte nada,

solo mi vida…

No, nada quiero de ti,

no tienes dinero.

Lo ignoraba.

No me temas.

No soy un asesino.

Toma, te entrego

estos diecisiete pesos.

Es todo lo que tengo.

Con tu presencia,

y tus palabras ,

me has dado

una lección de vida…

No soy un asesino.

Ni nunca lo seré…

 

Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 04/02/2015)