Raúl Daniel

Mis sueños se fueron adelgazando (Espejo 144)

 

Mis sueños se fueron adelgazando

como sombras del invierno,

mis sueños se convirtieron

en dolores epidérmicos;

debajo, quemando el fuego,

de mi piel, están mis sueños.

 

No tienes nada que ver,

tú no eres parte del sueño,

tú apareciste de pronto

como una prenda sin dueño,

y te enrollaste en mi cuello

para mi abrigo y consuelo.

 

Tus conflictos me quitaron

de vivir de los recuerdos,

me tomaste por tu padre,

pero nos venció el deseo,

tú en tus más rosados años,

yo ya con muy poco tiempo.

 

Sólo he podido amarte

consumiendo un poco el fuego

que casi quema tu alma

y que salvé del infierno;

pero no estás enterada

hasta que punto te quiero.

 

Me has repetido mil veces

que tu amor es muy intenso,

que no se puede nombrar,

que no recibe etiquetas,

yo me permito dudar,

¡creo que siento más que eso!

 

No vamos a discutir,

y seguiremos fingiendo

que sólo hacemos el sexo,

que nos vence la lujuria,

que las hormonas nos pueden,

tú seguirás con tu novio,

yo me seguiré mintiendo.

 

No me animo a sospechar

en qué terminará todo esto,

tal vez no termine nunca

o sólo conmigo muerto,

tampoco voy a tratar

de saber qué es lo que siento.

 

Caminaremos así

mientras exista un camino,

después de hacerte el amor,

ya todo me da lo mismo,

soy feliz, nada lo impide,

ser feliz fue mi destino.

 

Haber vivido contigo

una pasión sin romance,

un amarte sin fronteras,

sin esperanza o proyectos,

un tenerte sin tenerte,

sin ser dueño de tus besos.

 

¡Pero igual me besaste!

y viajaste en mi lecho,

montando el potro salvaje

de mi sorprendido cuerpo;

y no te puedo negar,

¡me hiciste sentir pendejo[1]!

 

Si no es amor, si es prohibido,

si dura poco o es sueño,

nada me va a importar

¡mientras quieras darme un beso!

mientras me quieras tocar;

si quieres: ¡llámale sexo!

 

[1] Joven (Expresión rioplatense)